¿Y ahora, qué? ¿Inercia, o entusiasmo?: artes, emociones y creatividad
Bringing your best self in times of change - Íñigo Saenz de Miera: Director General de la Fundación Botín - Gabriela Orille: co-CEO MyInvestorde.- Catalina Tejero: IE A&H
Estamos atravesando una gran crisis sanitaria, económica, política y social que está poniendo prueba todas nuestras estructuras, y casi más aún a cada uno de nosotros. Al repensar nuestros modelos de negocio, y nuestras propias vidas, sólo una mente entusiasta y en forma, que ha ejercitado su creatividad, encuentra en el reto una oportunidad. Una cabeza (y casi aún más un corazón) que quizá no conoce la Teoría de las Cinco Fuerzas de Porter ni es capaz de calcular un R.O.I., pero que sabe mirar y mirarse, es la que puede crear productos y servicios disruptivos. Esa inteligencia emocional y social, igual que la racional, se puede desarrollar. Porque las emociones (el miedo, la alegría, la tristeza…) no son buenas o malas. Todas – bien reconocidas y gestionadas – son necesarias y pueden ser útiles.
Ser creativo es, al fin y al cabo, ser capaz de mirar a la realidad de formas diferentes. Pocas cosas como nuestros estados emocionales influyen en nuestra mirada, y pocas cosas las artes son capaces de trasladarnos as estados emocionales diversos. No se ve igual el mundo, o el reto empresarial concreto que tengo delante, después de leer Crimen y Castigo que después de leer La Montaña Mágica. Ni después de escuchar Don Giovanni. Ni después de bailar, o representar La Vida es Sueño.
Por eso debemos de pensar en las artes, hoy más que nunca, no sólo como un activo que genera desarrollo social y económico, que también, sino además como una herramienta utilísima con la que desarrollar el tipo de inteligencia que hoy más necesitamos si de verdad queremos salir de ésta más fuertes y mejores.